Semanas atrás me desvelaba pensando qué iba a decir en ésta, mi primera columna.

A esto  le sumaba el temor de no estar a la altura de los artículos sobre Pueblos Originarios de los cuales me encargo en el blog. 

Le contaba a Jorge, quien la tiene más fácil, que la historia de América (en la modernidad) no tiene mucho más de 500 años (528 para ser precisos), y la de los pueblos originarios es cambiante a medida que nos encontramos con nuevos descubrimientos. 

¿Alguien tiene idea desde cuándo camina el ser humano por estas tierras? Yo empecé hace unos años leyendo que los primeros hombres llegaron a América hace 8.000 años. Luego de varias expediciones en diferentes zonas de nuestro continente podemos asegurar que ya había hombres en el territorio desde hace, por lo menos, 15.000 años. 

Fuaaa!!, lo que escribes hoy lo debes actualizar mañana. 

Por supuesto, la diferencia entre el tema indígena y la historia moderna es que con esta última contamos con la ayuda de los historiadores. Todo está plasmado en libros. 

Para saber de nuestros antepasados originarios debemos confiar en lo que la arqueología y la antropología puedan descubrir, y poder contactar a descendientes que nos pueden maravillar con sus relatos transmitidos de boca en boca desde tiempos muy remotos.

Por supuesto será un desafío inmenso, por un lado contarles la historia de nuestros pueblos, y por otro tenerlos informados de los últimos acontecimientos.

Soy muy afortunado de contar con un vasto abanico de personas que me enseñaron, me enseñan y me seguirán enseñando.

Desde ya un agradecimiento a mi querida Manos de Fuego y a todos los hermanos de la Comunidad Vicente Catrunao Pincén, a la cual pertenezco, por todo los conocimientos que me han permitido adquirir.

Y un recuerdo a la memoria de dos grandes amigos que han hecho que quiera compartir lo aprendido: Luis Pincén, verdadero dueño de la palabra, que me hizo cambiar todo lo que pensaba de la vida (ahora voy caminando al pasado, como él decía).

Y Carlos Martínez Sarasola, la persona más estudiosa e inteligente que jamás haya conocido. Sus libros serán la base fundamental de mis artículos.

Bueno, ya no pienso más en qué escribir en la primera columna… ya está… se rompió el hielo.

Nos vemos en la próxima, chau

                                                                                                                                           Luis y Carlitos, siempre en mi memoria.
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