Quienes me conocen tienen muy claro mi pensamiento sobre los militares (argentinos y de otros lares). Pero jamás,  jamás, se me ocurriría desmentir a unos de los pocos militares que merecen mi respeto, el General José de San Martín. Bueno, el gobierno de la UCR-PRO de Mendoza sí lo hizo.

En representación del Gobierno de Mendoza, el ministro de Gobierno, Trabajo y Justicia, Víctor Ibañez, presentó tres recursos de reconsideración en contra de las resoluciones del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) por la ocupación de tierras reconocidas a comunidades mapuches.

Es por todos sabido que José de San Martin, arribó a Mendoza en 1814 como gobernador de Cuyo para preparar la campaña libertadora hacia Chile y Perú.

Fue en rueda de parlamento, en el “Círculo Sagrado”, con los caciques pehuenches del Sur de Mendoza, cuando el General San Martín pronunció la frase que durante mucho tiempo se ocultó al pueblo argentino:

– Yo también soy indio -.

El Coronel Manuel Olazabal, presente en aquel concilio, y miembro de su estado mayor, recogió en sus memorias aquel momento.

San Martín pedía que los indios guardasen los pasos fronterizos a Chile por el Sur de Cuyo. Ese era el motivo de tales ceremonias, aunque tal movimiento tenía por objeto hacerle creer a los españoles de Marcó, que cruzaría los Andes por el Sur y no por donde finalmente lo hizo.

San Martín había expresado ya en carta al Directorio su idea de contar con los indios para su acción emancipadora. Decisión que ya traía al regresar a la Argentina. Producto de las inspiradoras historias que Francisco de Miranda, años antes en Londres, relatara a jóvenes distinguidos de la América española. Estas versaban sobre las hazañas del cacique mapuche Lautaro en Chile, de sus victorias sobre el ejército español, y en cuyo homenaje dieron nombre a la logia independentista.

El primer Parlamento se produjo en el Fuerte San Carlos. Setiembre de 1816. Dos mil indios asistieron. Duró entre 6 y 8 días. Cuenta Carlos Martínez Sarasola que fue presidido por el propio San Martín y secundado por el Cacique Ñecuñán, más otros 50 caciques y el Estado Mayor del General. Hacía de intérprete en la ocasión el cura Francisco, que en realidad era el indio Ynalicán; que recibía el título de Capellán de los conversos.

El parlamento imponía que todos estuvieran sentados en el suelo. Mirándose a las caras unos a otros en forma de círculo: el símbolo ancestral que representa la totalidad.

Tras una vistosa ceremonia, que San Martín describiría en carta a su amigo y General del ejército de los Andes;  William Miller, comenzaron las deliberaciones.

El Padre Ynalicán inició las arengas y en un apasionado discurso dijo que el General San Martín era amigo de los pehuenches. Que estaba confiado en la amistad de éstos. Que pedía respetuosamente cruzar la cordillera por sus tierras para combatir al invasor español. Un silencio total se produjo en la asamblea. Al cabo de éste, Necuñán se dirigió a San Martín y le dijo:

– Todos los caciques, a excepción de tres que nosotros nos encargaremos de contener, aceptamos tus propuestas -.

El pacto fue sellado cuando los caciques (menos tres) abrazan al General.

Actualmente hay en ese lugar una ciudad que recuerda aquel histórico encuentro: La Consulta.

Poco tiempo después, a fines de noviembre del mismo año, se realizó el segundo parlamento. Fue la ocasión en que los caciques obsequiaron al libertador el famoso poncho pehuenche. En el Fuerte de El Plumerillo, nuevamente se formó el círculo ceremonial, y en esta ocasión el General sorprendió a los caciques allí reunidos cuando les dijo que él también era indio.

El viejo Cacique curtido por los vientos cordilleranos, conciente de las acechanzas que en esas horas amenazaban a su pueblo, con toda la incertidumbre de una cruel encrucijada entre pertenecer o desaparecer, se irguió lentamente y estiró sus brazos hacía el general. Una inesperada revelación, un regalo bajo el cielo de sus ancestros.

Cuenta Ricardo Rojas que les dijo: “Los he convocado para hacerles saber que los españoles van a pasar del Chile con su ejército para matar a todos los indios y robarles sus mujeres e hijos. Y, en vista de ello, y como yo también soy indio, voy a acabar con los godos que les han robado a ustedes las tierras de sus antepasados, y para ello pasaré los Andes con mi ejército y con esos cañones”

Sigue Rojas: “Los plenipotenciarios araucanos, fornidos y desnudos, con olor a potro, prorrumpieron en alaridos y aclamaciones al indio San Martín, al que abrazaban y le prometían morir por el”

El gran General y los indios vuelven a fundirse en abrazos fraternales. Se fundían allí con la misma tierra en su anhelo de Libertad. Un momento único. Casi una epifanía.

EL PONCHO DE SAN MARTIN

El poncho que el Libertador recibió en esa ocasión, como obsequio de los indios, era de colores: negro, azul brillante, blanco y amarillo. Se encuentra actualmente en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires.

Tiene un significado especial. Un lenguaje místico expresado a través de sus colores y símbolos. El número de los colores; el cuatro, simboliza el orden del cosmos. Expertos en arte originario han estudiado el poncho y coinciden que, en él los indios expresaron su convicción de que San Martín era un líder guerrero, un hombre de luz, con atributos divinos.

Makun (poncho) obsequiado a San Martín por los Pehuenches

Pero el significado del poncho para los originarios nos da para una nota completa sobre él y no es el motivo principal de ésta. Sólo menciono este regalo al Libertador que documenta claramente lo vivido en aquella época.

Millones de argentinos vimos, y hasta dibujamos, la imagen de San Martin vistiendo el poncho artesanal, prueba simbólica de la participación estratégica de los pueblos originarios en el movimiento independentista con base en Mendoza. Hoy, a más de doscientos años del acontecimiento, el gobernador actual de la alianza Cambia Mendoza (UCR y PRO) y parte de la dirigencia política y empresaria local niegan que alguna vez hubiera vivido en las tierras del sur el pueblo pehuenche, es decir, la gente mapuche del bosque de pehuén.

El reconocimiento institucional de territorios a tres lof (comunidades) mapuche por parte del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) que suman poco más de 25.000 hectáreas reavivó una campaña racista justo cuando se están definiendo candidaturas electorales locales.

El senador nacional Alfredo Cornejo, candidato a gobernador por el oficialismo, niega hoy lo que reconoció hace cuatro años cuando durante su gestión convocó a referentes mapuche en consulta por el proyecto de la obra hidroeléctrica frustrada Portezuelo del Viento.

Durante dos semanas consecutivas, diputados provinciales del PRO intentaron tratar proyectos de declaraciones contra el INAI y las comunidades directamente vinculadas al conflicto territorial. Al mismo tiempo, autoridades de organizaciones mapuche también asistieron a la Legislatura y formalizaron una denuncia penal por racismo e intimidación pública contra el organizador de una caravana hacia los territorios recientemente reconocidos.

El presidente de la Cámara de Comercio, Industria, Agricultura y Ganadería de General Alvear, Andrés Vavrik convocó para el sábado 18 de febrero a una caravana en defensa de “nuestro territorio. No a la cesión de tierras a falsos mapuches”. Lógicamente, Vavrik  buscaría posicionarse como candidato a un cargo electivo, segun algunas fuentes locales.

Mucha gente indígena se hizo criancera, productora ganadera trashumante en la diáspora de los sobrevivientes a la campaña militar que consolidó el Estado nacional. Esa población indígena y criolla pobre, como en el norte de Neuquén, sostuvo la vida en el territorio en constante conflicto con la imposición del alambrado y la propiedad privada de la tierra.

Rafael Mata Olmo, un geógrafo español que trabajó en Mendoza, dejó un trabajo fundamental sobre la apropiación, reparto y subdivisión del espacio de Malargüe que, atendiendo a la situación de los crianceros sin título de propiedad, aporta a la compresión del proceso general por el control de ese espacio. “Aportación al estudio del problema de la tierra en las zonas áridas de la provincia de Mendoza, 1874-1988” concluye justo antes de la transformación neoliberal de los ‘90 que permitió una nueva etapa de acaparamiento por parte de capitales trasnacionales.

El mayor Rufino Ortega condujo la IV división expedicionaria “al desierto”, por cuyos resultados se lo premió con 340.767 hectáreas, escrituradas en 1894. El militar inauguró el latifundio en el sur con un bloque que comprendía desde el río Malargüe al sur, el Salado al norte, la laguna de Llancanelo al este.

La venta de tierra pública en esta provincia comenzó con una ley especial en 1902. En el listado de los treinta principales compradores está Domingo Bombal, que tenía inscriptas las hectáreas en el Registro de la Propiedad desde 1881, previo a la ley.

Clara Delfina Bombal, descendiente de Domingo, ya fallecida, fue una de las propietarias en condominio que accionó judicialmente contra la lof Suyai Levfv en el paraje Los Molles. Aunque muy pequeña, la fracción que le reconoció el INAI es de altísimo valor paisajístico e inmobiliario para cualquier inversor.

Mata Olmo documentó que el Congreso nacional creó una comisión investigadora especial por un caso de acaparamiento de tierras en la cordillera. Un informe de 1959 constató que una sociedad anónima (que ya no opera) compró los campos de Piedras de Afilar, El Álamo y Laguna Blanca anexados los unos a los otros que forman un solo paño entre los ríos Diamante, Atuel y Salado con una superficie aproximada de 940.000 hectáreas.

Buena parte coincide con lo que actualmente controlan Walbrook y Sorminar, interpretamos al comparar el croquis que publicó el geógrafo con la información pública disponible de los grupos económicos. Para 1988, el autor ya llamaba la atención sobre Valles Mendocinos SA con 209.000 hectáreas, Altos Cerros SA con 104.000 y Valles Las Leñas SA, todas las que en 2001 compró Walbrook.

Laura Chazarreta, diputada de la provincia por el Frente de Todxs, es miembro de la Comisión de Derechos y Garantías Constitucionales que recibió en su momento a las comunidades mapuche que reclamaban por la criminalización del reclamo territorial. En diciembre de 2021 esa comisión se constituyó en Los Molles, constatando que las familias eran privadas de los servicios públicos más elementales como parte de las represalias estatales y a favor del reclamo de los supuestos propietarios privados.

Aseguró que al menos desde entonces la Legislatura en pleno conoce el recorrido de los equipos técnicos del INAI en relación con las tres comunidades cuyos reconocimientos se publicaron en el Boletín Oficial de la Nación este año.

“La negación oficialista tiene mucho de impostura, de oportunismo político ante la definición de candidaturas”, interpretó la diputada opositora. De todos modos, consideró que existe una posición ideológica por parte del gobierno de Suárez, en alianza con una parte del Poder Judicial, que se ve en los juicios de desalojos contra veinte barrios populares en la capital provincial.

Desde 2009 la provincia tiene firmado un convenio con la Nación por el relevamiento territorial de comunidades originarias en cumplimiento con la ley de emergencia 26.160, pero jamás conformó un equipo local ni en el organigrama estatal existe un organismo que atienda la cuestión indígena. Así es que el INAI se vincula a través de la Dirección de Derechos Humanos Provincial, a cargo de Luz Faingold. En la provincia se identifican comunidades pertenecientes a los pueblos Huarpe, Mapuche, Mapuche-Pehuenche, Pehuenchue, Kolla y Ranquel, precisó el INAI en un documento.

De 35 comunidades identificadas, 20 ya fueron relevadas en el marco de la ley de emergencia. Entre 2008 y 2015 se relevaron 10, de las cuales muchas son mapuche o mapuche-pehuenche. Siete culminadas, al igual que las tres publicadas este año, pero que no despertaron conflicto ni negación como ahora. El supuesto desconocimiento por parte de la provincia y los municipios fue refutado por el INAI, recordando que todas las acciones fueron públicas y formalmente notificadas.

Hace exactamente 20 años, la comunidad mapuche Mapudungun, asentada en el departamento Las Heras, obtuvo su personería jurídica en el Registro Nacional de Comunidades Indígenas (Renaci) del INAI. Nada objetó Roberto Iglesias, el gobernador de entonces.

El trabajo de Martín Vilariño “Reactualizando alianzas al pie de la Cordillera de los Andes: el parlamento de 1816 entre pehuenches y patriotas” aporta espesura a la estructura de poder territorial indígena existente en Mendoza previo a la declaración de la Independencia de 2016, que explica los alcances del intercambio de ofrendas propio del protocolo tradicional mapuche.

El INAI se vincula a través de la Dirección de Derechos Humanos Provincial, a cargo de Luz Faingold. En la provincia se identifican comunidades pertenecientes a los pueblos Huarpe, Mapuche, Mapuche-Pehuenche, Pehuenchue, Kolla y Ranquel, precisó el INAI en un documento.

De 35 comunidades identificadas, 20 ya fueron relevadas en el marco de la ley de emergencia. Entre 2008 y 2015 se relevaron 10, de las cuales muchas son mapuche o mapuche-pehuenche. Siete culminadas, al igual que las tres publicadas este año, pero que no despertaron conflicto ni negación como ahora. El supuesto desconocimiento por parte de la provincia y los municipios fue refutado por el INAI, recordando que todas las acciones fueron públicas y formalmente notificadas.

Hace exactamente 20 años, la comunidad mapuche Mapudungun, asentada en el departamento Las Heras, obtuvo su personería jurídica en el Registro Nacional de Comunidades Indígenas (Renaci) del INAI. Nada objetó Roberto Iglesias, el gobernador de entonces.
Primer reconocimiento
El trabajo de Martín Vilariño “Reactualizando alianzas al pie de la Cordillera de los Andes: el parlamento de 1816 entre pehuenches y patriotas” aporta espesura a la estructura de poder territorial indígena existente en Mendoza previo a la declaración de la Independencia de 2016, que explica los alcances del intercambio de ofrendas propio del protocolo tradicional mapuche.

El cacique gobernador de las parcialidades pehuenches de Malalhué estaba en manos de Neycuñan entre 1812 y 1813. Además, para esta época los caciques Millaguin y Pañichiñe comenzaron a tener más relevancia política en el mundo fronterizo. Esos interlocutores encontró San Martín al asumir como gobernador intendente de Cuyo a mediados de 1814, quien propició un parlamento sobre el río San Pedro, cercano a las tolderías de Malalhue, y los asistentes fueron seguramente los caciques y capitanejos que respondían directamente a Neycuñan.

En el mismo parlamento el comandante de frontera, José de Susso, no solo acordó nuevamente las paces con los pehuenches y les solicitó ayuda para combatir a los realistas que amenazaban la estabilidad revolucionaria desde Chile, sino que leyó, mediante la asistencia de Inalican como traductor, el pliego que San Martín le había enviado para la ocasión. En él se expresan las intenciones del gobernador de Cuyo de buscar la colaboración de los pehuenches para la seguridad de la frontera e integrarlos a su sistema de aliados para enfrentar a los realistas, interpretó el autor.

Ante lo expuesto no queda más que pensar que, el gobernador de Mendoza, se pasa por las pelotas lo actuado por el Libertador de tres países.

Fuente: Susana Lara para El Cohete a la Luna

 

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