El Manuscrito Voynich debe el nombre a su descubridor, Wilfrid M. Voynich. Fue hallado en 1912, y actualmente se puede consultar en su totalidad en la web de la Universidad de Yale. Está escrito en una lengua desconocida, que nadie ha podido descifrar.

Se trata de un libro de 240 páginas de hace 600 años, con apariencia de herbario, que contiene dibujos de 113 plantas sin identificar, otros que parecen signos zodiacales, y otras 100 especies de plantas medicinales identificadas. 

Ya en el siglo XVII se encuentran referencias al manuscrito, y podemos asegurar que no se trata de una falsificación. Los análisis del Carbono 14 certifican que el pergamino fue fabricado entre 1404 y 1438, con una fiabilidad del 95%. El McCrone Research Institute de Chicago ha demostrado que fue escrito con una pluma de ave y tinta de colores.

El desconocido lenguaje utilizado, bautizado con el nombre de voynichés, tampoco parece inventado. Sigue la Ley de Zipf, formulada en 1940, según la cual en todas las lenguas humanas naturales si coges la palabra más usada en un texto largo, se repite el doble de veces que la segunda más frecuente, el triple de veces que la tercera, etc. Esta ley no se cumple en los lenguajes artificiales como el élfico de Tolkien o el Klingon de Star Trek, pero sí en el voynichés. Y su autor no podía conocerla 500 años antes de que se formulase.

Además toda la escritura es fluida, como ocurre con una lengua natural cuando se escribe. No hay pausas en el trazo para inventarse palabras o escribir al azar. Y se han detectado reglas ortográficas: letras que siempre van juntas, otras que nunca van juntas, etc.

Los más prestigiosos criptógrafos y lingüistas del mundo han intentado descifrar la escritura del códice Voynich, sin éxito. Desde expertos de la CIA hasta los mismísimos matemáticos que rompieron los códigos de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Pero nadie ha podido traducir esta lengua desconocida. Incluso la Inteligencia Artificial se ha rendido.

 A 100 años de su descubrimiento sigue el misterio. Aún no hemos podido descifrar el escrito. Podría ser un lenguaje inventado, una lengua perdida o una obra de fantasía espléndidamente elaborada. No tenemos respuesta-

Quisiera destacar que he pasado por alto algunas noticias de hace unos años que dicen que un académico habría descifrado el documento. Según él, el manuscrito fue compilado por monjas dominicas como una fuente de referencia para María de Castilla, reina de Aragón, tía abuela de Catalina de Aragón. 

Gerard Cheshire, tal el nombre del académico de la Universidad de Bristol, el manuscrito estaría redactado en protorromance y explica en términos lingüísticos lo que hace que el manuscrito sea tan inusual:

 “Utiliza un lenguaje extinto. Su alfabeto es una combinación de símbolos desconocidos y más familiares. No incluye signos de puntuación dedicados, aunque algunas letras tienen variantes de símbolos para indicar puntuación o acentos fonéticos. Todas las letras están en minúsculas y hay dobles consonantes. Incluye diptongos, trivalentes, cuadrifongos e incluso quintifongos para la abreviatura de componentes fonéticos. También incluye algunas palabras y abreviaturas en latín”.

Esta teoría, que data del año 2019, aún no fue confirmada, Y muchos especialistas dudan que sea escrito en lenguaje protoromance a juzgar por la fecha de su escritura.

Sólo resta decir… aún es un misterio.

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