A medida que nos acercamos al 20 de junio, fecha del paso a la inmortalidad de Manuel Belgrano, muchísimas publicaciones llenan páginas rememorando sus hazañas. Caminando al Pasado lo ha hecho y lo seguirá haciendo, por supuesto. Es importante para un pueblo “no perder nunca la memoria”, y recordar a los que dieron su vida y fueron un ejemplo para las generaciones que los sucedieron.

Futuro Billete de 500 pesos con Remedios del Valle y Belgrano
Pero esta vez me parece necesario resaltar a otra persona muy ligada al general, la capitana María Remedios del Valle.
El justo homenaje a mujeres de la historia que el gobierno argentino ha realizado, al incluirlas en los nuevos billetes del país, nos alienta a investigar sobre ellas y visibilizar sus acciones.
Nacimiento y primeros años públicos
No sabemos con exactitud su fecha de nacimiento. Sí conocemos que fue en la ciudad de Buenos Aires entre 1766 y 1767. De origen africano y descendiente de esclavos. Según el sistema colonial de castas está calificada como “parda”.
Participó activamente durante la segunda invasión inglesa al Río de la Plata auxiliando al Tercio de Andaluces, un cuerpo de milicias de origen andaluz que defendió exitosamente la ciudad.
Luego de la Revolución de Mayo de 1810 se organiza la primera expedición al Alto Perú y se conforma lo que luego se denominaría el Ejército del Norte.
Remedios se incorpora a la 6ta. Compañía de Artillería volante del Regimiento de Artillería de la Patria, cuerpo que se encontraba al mando del capitán Anzoátegui.
En esa campaña acompaña a su marido y a sus dos hijos (uno de ellos adoptivo) quienes perderían la vida en combate. Sobreponiéndose de sus pérdidas continúa sirviendo como auxiliar durante el avance al Alto Perú, en la derrota de Huaqui.
Encuentro con Belgrano
El 23 de septiembre de 1812, día anterior a la batalla de Tucumán, María Remedios se presenta ante Belgrano solicitando le permita atender a los heridos en combate. El general tenía fama de severo y, por disciplina, no admitía mujeres que siguieran al ejército y no le concedió el permiso.
A pesar de la negativa de Belgrano ella se apareció en la retaguardia asistiendo a los soldados que desde ese momento comenzaron a llamarla “Madre de la Patria”. Finalmente Belgrano, a pesar de sus prevenciones, la admite y la nombra capitana del Ejército del Norte.
Remedios entra en batalla
La heroína toma las armas y combate en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma, dos duras derrotas de la campaña. Fue herida de bala y tomada prisionera por el ejército español. Desde el campo de prisioneros ayudó a huir a varios oficiales patriotas. Como escarmiento fue sometida a nueve días de azotes públicos que le dejaron cicatrices para el resto de su vida. Logra escapar incorporándose a las fuerzas de Güemes y Álvarez Arenales cumpliendo las funciones de combatiente y enfermera.
Las penurias en su vejez
Al finalizar la guerra y ya anciana, María Remedios regresó a la ciudad de Buenos Aires y, como muchos patriotas, se encontró reducida a la mendicidad.
El historiador y escritor salteño Carlos Ibarguren fue quién la rescata del olvido y relata que la Madre de la Patria vivía en un rancho en la zona de quintas en las afueras de la ciudad, y que frecuentaba los atrios de las iglesias San Francisco, Santo Domingo y San Ignacio, como así también la Plaza de la Victoria, la que hoy conocemos como Plaza de Mayo.
En esos lugares ofrecía pasteles y tortas fritas o, simplemente, mendigaba. Esto, junto a las sobras que recibía de los conventos, le permitía sobrevivir. Se hacía llamar “La Capitana” y acostumbraba mostrar las cicatrices de sus brazos relatando que las había recibido en la Guerra de la Independencia. Quienes la oían solían pensar que estaba loca o senil.

No existen descripciones de la época sobre su verdadera apariencia física.
Lejos de conformarse con su suerte, en 1826 gestiona que se le abonen 6000 pesos “para acabar su vida cansada” en compensación por sus servicios a la patria y por la pérdida de su esposo e hijos. Cabe aclarar que el sueldo máximo en el país correspondía al gobernador, unos 7992 pesos al año.
Al expediente, firmado en su nombre por el señor Manuel Rico, le es agregado a modo de apoyo una certificación de servicios del 17 de enero de 1827 firmada por el coronel Hipólito Videla.
El expediente dirigido a las autoridades, dice:
“Doña María Remedios del Valle, capitana del Ejército, a V. S. debidamente expone: Que desde el primer grito de la Revolución tiene el honor de haber sostenido la justa causa de la Independencia, de una de aquellas maneras que suelen servir de admiración a la Historia de los Pueblos. Sí Señor Inspector, aunque aparezca envanecida presuntuosamente la que representa, ella no exagera a la Patria sus servicios, sino a que se refiere con su acostumbrado natural carácter lo que ha padecido por contribuir al logro de la independencia de su patrio suelo que felizmente disfruta. Si los primeros opresores del suelo americano aún miran con un terror respetuoso los nombres de Caupolicán y Galvarino, los disputadores de nuestros derechos por someternos al estrecho círculo de esclavitud en que nos sumergieron sus padres, quizá recordarán el nombre de la Capitana patriota María de los Remedios para admirar su firmeza de alma, su amor patrio y su obstinación en la salvación y libertad americana; aquellos al hacerlo aún se irritarán de mi constancia y me aplicarían nuevos suplicios, pero no inventarían el del olvido para hacerme expirar de hambre como lo ha hecho conmigo el Pueblo por quien tanto he padecido. Y ¿con quién lo hace?; con quien por alimentar a los jefes, oficiales y tropa que se hallaban prisioneros por los realistas, por conservarlos, aliviarlos y aún proporcionarles la fuga a muchos, fue sentenciada por los caudillos enemigos Pezuela, Ramírez y Tacón, a ser azotada públicamente por nueve días; con quien, por conducir correspondencia e influir a tomar las armas contra los opresores americanos, y batiéndose con ellos, ha estado siete veces en capilla; con quien por su arrojo, denuedo y resolución con las armas en la mano, y sin ellas, ha recibido seis heridas de bala, todas graves; con quien ha perdido en campaña, disputando la salvación de su Patria, su hijo propio, otro adoptivo y su esposo; con quien mientras fue útil logró verse enrolada en el Estado Mayor del Ejército Auxiliar del Perú como capitana, con sueldo, según se daba a los demás asistentes y demás consideraciones debida a su empleo. Ya no es útil y ha quedado abandonada sin subsistencia, sin salud, sin amparo y mendigando. La que representa ha hecho toda la campaña del Alto Perú; ella tiene un derecho a la gratitud argentina, y es ahora que lo reclama por su infelicidad”.
El ministro de Guerra, general Francisco Fernández de la Cruz, rechazó el pedido y recomendó dirigirlo a la legislatura provincial, argumentando que ya que no estaba «en las facultades del Gobierno el conceder gracia alguna que importe erogación al erario.
Mientras Remedios mendigaba en la plaza de la Recova de agosto de 1827, el general Juan José Viamonte se la cruza y cree reconocerla. Le preguntó el nombre y exclamó: “¡Usted es la Capitana, la que nos acompañó al Alto Perú, es una heroína!».
Viamonte era diputado por aquél entonces y presentó un proyecto para otorgarle una pensión que reconociera los servicios prestados a la patria. Comenzó un largo tramiterío que puso en claro aquello de que “son campanas de palo las razones de los pobres” y entonces como ahora se gasta todo en nada que importe y nada en todo lo que importa.
Nuevamente la petición fue rechazada, pero Viamonte decide insistir en junio de 1828, cuando fue elegido vicepresidente primero de la legislatura. Le reclamaron documentos que avalaran el pedido, y contestó:
“Yo no hubiera tomado la palabra porque me cuesta mucho trabajo hablar, si no hubiese visto que se echan de menos documentos y datos. Yo conocí a esta mujer en el Alto Perú y la reconozco ahora aquí, cuando vive pidiendo limosna. Esta mujer es realmente una benemérita. Ella ha seguido al Ejército de la Patria desde el año 1810. Es conocida desde el primer general hasta el último oficial en todo el Ejército. Es bien digna de ser atendida: presenta su cuerpo lleno de heridas de balas y lleno, además, de cicatrices de azotes recibidos de los españoles. No se la debe dejar pedir limosna. Después de haber dicho esto, creo que no habrá necesidad de más documentos”. “Yo conozco a esta infeliz mujer que está en un estado de mendiguez y esto es una vergüenza para nosotros. Ella es una heroína, y si no fuera por su condición, se habría hecho célebre en todo el mundo. Sirvió a la Nación pero también a la provincia de Buenos Aires, empuñando el fusil y atendiendo y asistiendo a los soldados enfermos”.
Nuevamente a Viamonte le fue rechazado el pedido. Antes de tocar un centavo de los fondos públicos (por supuesto que para este noble fin, se entiende ¿no?) los diputados sabían trabar burocráticamente todas las posibilidades. Argumentaron que aunque fueran ciertos los méritos de Remedios, “la Junta representaba a la provincia de Buenos Aires, no a la Nación, por lo que no correspondía acceder a lo solicitado”
Otros diputados defendieron la causa de Remedios, destacándose el relato de Tomás de Anchorena:
“Esta es una mujer singular. Yo me hallaba de secretario del general Belgrano cuando esta mujer estaba en el ejército, y no había acción en la que ella pudiera tomar parte que no la tomase, y en unos términos que podía ponerse en competencia con el soldado más valiente; era la admiración del general, de los oficiales y de todos cuantos acompañaban al ejército.
Ella en medio de ese valor tenía una virtud a toda prueba y presentaré un hecho que la manifiesta: el general Belgrano, creo que ha sido el general más riguroso, no permitió que siguiese ninguna mujer al ejército; y esta María Remedios del Valle era la única que tenía facultad para seguirlo.
Ella era el paño de lágrimas, sin el menor interés de jefes y oficiales. Yo los he oído a todos a voz pública hacer elogios de esta mujer por esa oficiosidad y caridad con que cuidaba a los hombres en la desgracia y miseria en que quedaban después de una acción de guerra: sin piernas unos, y otros sin brazos, sin tener auxilios ni recursos para remediar sus dolencias. De esta clase era esta mujer. Si no me engaño el general Belgrano le dio el título de capitán del ejército. No tengo presente si fue en el Tucumán o en Salta, que después de esa sangrienta acción en que entre muertos y heridos quedaron 700 hombres sobre el campo, oí al mismo Belgrano ponderar la oficiosidad y el esmero de esta mujer en asistir a todos los heridos que ella podía socorrer.
Una mujer tan singular como ésta entre nosotros debe ser el objeto de la admiración de cada ciudadano, y adonde quiera que vaya debía ser recibida en brazos y auxiliada con preferencia a una general; porque véase cuánto se realza el mérito de esta mujer en su misma clase respecto a otra superior, porque precisamente esta misma calidad es la que más la recomienda.”
Sus últimos años
Finalmente le acordaron una pensión de 30 pesos por mes, más o menos lo que ganaba una costurera, mientras el sueldo del gobernador era de 660 pesos. Pero hay versiones que ponen en duda de que la haya cobrado alguna vez y por eso debió seguir mendigando.
El 21 de noviembre de 1829, Del Valle fue ascendida a sargento mayor de caballería. El 29 de enero de 1830 fue incluida en la Plana Mayor del Cuerpo de Inválidos con el sueldo íntegro de su clase. Entre enero y abril de 1832 y entre el 16 de abril de 1833 y el 16 de abril de 1835, figuró en listas con sueldo doble.
Remedios terminó su vida con el apellido Rosas, en agradecimiento a Don Juan Manuel, que en abril de 1835 (al mes de asumir como Gobernador de Buenos Aires) le aumenta la pensión de 30 pesos en mas del 600%.
En la lista del 28 de octubre de 1847 aparece su último recibo, cobraba una pensión de 216 pesos.
En el siguiente listado del 8 de noviembre de 1847 se encontraba una nota indicando: “el mayor de caballería Dña. Remedios Rosas falleció.
Ante lo expuesto por Anchorena a este autor no se le ocurre más nada que agregar. Señores, esta era María Remedios del Valle “Madre de la Patria”
Fuente: todo-argentina.net
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