Política y antipolítica
La política en el mundo tiene su origen en el mismo hombre y en su proceso de socialización. En Grecia, la política tuvo una gran transformación, pues fue allí donde nació la democracia, lo que implicaba que el gobierno no era ejercido por un rey o jefe sino por un consejo que era elegido entre los ciudadanos.
Su objetivo es establecer, a partir de la observación de hechos de la realidad política, explicaciones lo más certeras posibles acerca de su funcionamiento. Interactúa con otras ciencias sociales, como el Derecho, la economía o la sociología, entre otras.
Según Aristóteles la política es la coordinación de muchas acciones y, por ello, en esta última hay que tener en cuenta la voluntad de los demás. La política gira en torno a las leyes e instituciones creadas para elaborarlas y administrarlas.
Convengamos entonces que la política es una ciencia; una que permitió se establezcan los Estados y se organice la sociedad a través de gobiernos.
La política no es como muchos se han afanado en describirla, un arte perverso para alcanzar el poder, en realidad la podemos considerar como la forma de realizar cambios sociales profundos en beneficio de los pueblos, es por ello que el rigor científico debe prevalecer en su estudio y el político moderno debe redefinirse como un científico, un estudioso que maneja una rama del conocimiento que beneficia a la sociedad.
Un gran problema para la política en los últimos tiempos fue la aparición de ciertos personajes que pusieron énfasis en describirse como antipolíticos, personajes que rechazan la importancia de la política, menospreciándola, pero sin tener el menor empacho en participar en campañas electorales; algunos vez advertí (sinceramente muchos lo hicieron) sobre estos individuos. Son los que se disfrazan de gerentes para optar un cargo de elección popular, con el único fin de tener una nueva plataforma de negocios si son electos. Y si se presentan para obtener cargos legislativos no es para revisar lo legislado o crear de nuevas leyes que favorezcan el desarrollo del país, lo hacen para obtener una inmunidad parlamentaria que les de la tranquilidad de delinquir desde la sombra, en su rol de gerente “prestado” a la función pública.
Esto ha pasado, desgraciadamente, en los últimos años en nuestro país. A riesgo de parecer autoritario, creo que el hecho de haber anticipado lo que iba a suceder me da la suficiente autoridad para realizar críticas a distintos sectores de la sociedad, y al que le quepa el sayo señores… pues que se lo ponga!!!
Mi primera crítica es al ciudadano común; no a todos por supuesto; sí a aquel que reniega de la política, el que dice: “soy un ciudadano común, no me interesa la política”, “a mí nadie me da de comer, me gano todo con mi esfuerzo”, o “son todos iguales”, “que se vayan todos”.
Terribles razonamientos que nos llevan a esos estados de indefensión donde caímos más de una vez y de los cuales tanto nos costó recuperarnos.
No señores, todos somos ciudadanos comunes, y todos debemos interesarnos por la política. Nadie dice que interesarse en la política es afiliarse a tal o cual partido. Significa estar atentos al desarrollo de la sociedad, conocer quien trabaja para el bien común y quien no, quien lo hace para unos pocos o para sus amigos.
Y claramente, sabiendo interpretar lo antes dicho vamos a descubrir que no todos son lo mismo. No son todos iguales.
En segundo lugar vaya una crítica a los mismísimos políticos. Hay desde ya quien usa la política para su provecho. Si no existieran no existirían los antipolítica. Y la crítica no es a ellos, que son simples delincuentes; pienso que el deber de los “otros”, los honestos, es el de apartarlos rápidamente y evitar ensuciar al resto del grupo.
Muchas veces se escucha a los antipolítica decir: “Fue gobernante mucho tiempo, tiene mucho dinero y no quiere dejar el poder, eso es corrupción. No no y no. Podemos discutir largamente sobre la perpetuidad en el poder; pero no necesariamente debemos asociarlo a la corrupción.
El poder siempre fue algo que el ser humano persiguió. Manuel Alcántara Sáez, catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Salamanca, ofreció una charla en la Facultade de Ciencias Sociais e da Comunicación, de Galicia.
Para el experto, la vocación y el ansia de poder son “cuestiones compatibles” porque, aclara, “el ser humano es muy complejo y tiene varias caras. Además de esas dos caras, que se perciben muy claramente, hay una tercera que es la de ganarse la vida y vivir bien, una aspiración que tiene cualquier ser humano. Además, el político tiene una clara vocación de servir que se conjuga con la ambición de aparentar y de estar en primera línea informativa.
Para concluir, es preciso agregar a los mayores culpables de la proliferación de “antipolíticos”. Les dan prensa, lógicamente con mayor énfasis en lugares donde se tocan sus propios intereses. Someten a la sociedad a un bombardeo informático, generalmente falaz, inventando corrupción en donde no la hay, o asociando al corrupto a otros políticos a quienes hay que “apartar”.
Claro ejemplo de la antipolítica son los cacerolazos con la consigna “que los políticos se bajen los sueldos”, que trató de imponerse en esta cuarentena. No fue casual el lanzamiento de dicha consigna; llega en medio de la discusión sobre los aumentos de las retenciones al campo.
La “antipolítica” responde en buena medida a las transformaciones neoliberales que atravesamos hace más de cuarenta años. Paradójicamente, la “antipolítica” es profundamente política. Y claramente la creadora de la gran grieta que divide a la sociedad.
Siento la necesidad de prevenir que la próxima vez que escuchemos un candidato a un cargo electivo que diga que no es político, tengamos nuestras reservas y dudemos de su honestidad, es aquel que busca favorecerse del descontento hacia los políticos que lo antecedieron, que pudieron haber cometido errores, pero siempre asumiendo su rol, sin disfraces.
Los antipolíticos no aceptan la crítica, no entienden que el debate es de ideas y no personal, por eso recurren a la venganza, al espectáculo público cuando los confrontan y es allí cuando vemos sus intenciones.
Los que creemos en la política como algo serio, aceptamos que hay aciertos y errores en las decisiones políticas, pero esperando sea siempre cumpliendo el rol de políticos interesados en el bien común, porque tarde o temprano el pueblo se da cuenta de los verdaderos intereses de quienes se disfrazaron para hacer política, una política berreta y malintencionada.
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